¿Qué queda después de la COP 23?


Con el fin de la 23ª Conferencia de las Partes, el balance muestra avances y grandes pendientes. Financiamiento, carbón y la acción pre-2020, entre los temas claves, pero que a la vez generan las mayores diferencias.

La COP 23 fue la segunda Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático (UNFCCC) desde la ratificación del Acuerdo de París en 2015. La cumbre prometía dar un abordaje más técnico a medida que los países siguen negociando los detalles finos de la implementación del tratado, con la idea de terminar y aprobar el Libro de reglas para el pacto en la COP 24 que se celebrará en Polonia en diciembre del año que viene.

El foco en la presidencia de Fiji

La efectividad de Fiji tuvo opiniones mixtas, pero dos resultados que empujó fueron considerados grandes logros:

El Gender Action Plan resalta el rol de la mujer en la acción climática y promueve la equidad de género en el proceso.

La Local Communities and Indigenous Peoples Platform que apunta a apoyar el intercambio de experiencia y compartir las mejores prácticas en mitigación y adaptación.

También lanzó la Ocean Pathway Partnership que apunta a fortalecer la inclusión de los océanos en el proceso de la UNFCCC.

Fue la primera cumbre de la UNFCCC en tener como anfitrión a un pequeño estado isleño en vías de desarrollo bajo la presidencia de Fiji. Y si hablamos de debuts, también fue la primera ronda de negociaciones que se dio desde que los Estados Unidos bajo el mando de Donald Trump anunció su retiro del pacto climático.

La COP 23 fue la primera ronda de negociaciones que se dio desde que los Estados Unidos bajo el mando de Donald Trump anunció su retiro del pacto climático.

Sumado a que Siria anunció en la primera semana del evento que firmaría el texto, la potencia americana se convirtió en el único país del mundo que no honrará el documento. En este contexto, el gigante americano tuvo dos delegaciones. La oficial estuvo compuesta por varios de los representantes tradicionales de las últimas COP.

El eterno dilema
Más allá de la postura del presidente republicano, la conducta de este grupo se mostró similar a la que manejó en el pasado, aunque con posiciones un poco más duras en relación a la delicada cuestión de pérdidas y daños y financiamiento.

Y es que a lo largo del tiempo, los ejes claves de la acción climática dejaron de ser solo mitigación y adaptación. Se ha sumado como tercer pilar fundamental el de "pérdidas y daños". Pero a diferencia de los dos primeros, todavía no existen fuentes para su financiamiento ni tampoco se incluye como un punto de agenda. Por lo que no fue solo la actitud de Estados Unidos la que trabó la discusión en este apartado. Mientras que los países en desarrollo abogan por su inclusión de manera más formal y urgente, en general son las naciones ricas las que imponen las barreras.

El libro de reglas

Para lograr aplicar y bajar a la realidad la ambición del Acuerdo de París, una de las tareas fundamentales es la de establecer un libro de reglas técnicas y procesos. Las discusiones al respecto las supervisa el APA (Ad-hoc Working Group on the Paris Agreement) y su fecha límite es diciembre de 2018.

La meta en Bonn fue crear el borrador de estos lineamientos de implementación y resaltar de manera clara los desacuerdos para mostrar los puntos a resolver. Entre estos últimos, la forma de organizar, entregar y actualizar las NDCs resultó ser uno de los principales desafíos pendientes.

"Los países se atascaron porque no existe un acuerdo sobre cómo taclear el tema de alcance y diferenciación, como tampoco sobre la flexibilidad. Entonces así es como terminamos con un documento de 180 páginas que incluye todas las visiones de los países. Tiene que haber una racionalización. Tenemos que traducir esas visiones en algún tipo de opciones para cada cuestión", explicó Yamide Dagnet, Directora de Proyectos sobre Acción Climática Internacional en el World Resources Institute.

Del otro lado, uno de los mayores progresos se dio en la transparencia, es decir, la forma en que se monitoreará el cumplimiento. "Obviamente, la forma y el formato final será probablemente una conversación política. Tenemos que mantener ese balance el año que viene, pero al menos realmente podemos testificar un gran progreso en la transparencia", comentó Dagnet.

Por su parte, el financiamiento se encontró con dos grandes disputas. La primera de ellas se dio en torno al Artículo 9.5 del Acuerdo de París. Este punto solicita a los países desarrollados a informar sus flujos de financiamiento climático para los países en desarrollo. El fin es mejorar la previsibilidad de estos flujos para aportar información a los beneficiarios y que los ayude a desarrollar sus planes climáticos.

Nuevamente, no existió un espacio formal para discutir estos lineamientos, con los países ricos argumentando que las demandas eran mayores a las acordadas originalmente. Quedó en el tintero y se asignará un tiempo extra inter-sesión que tendrá lugar antes de la COP 24 en diciembre de 2018.

Los países ricos argumentaron que las demandas de flujo financiero eran mayores a las acordadas originalmente.

El otro punto fue el Adaptation Fund, un fondo multilateral relativamente pequeño, pero políticamente significativo para proyectos a pequeña escala. En un primer momento se acordó que se incluiría bajo el Acuerdo de París, pero no se ha avanzado en sus especificaciones. De todos modos, durante la COP 23 recibió promesas por más de USD 90 millones, incluidos los USD 50 millones de Alemania. El mismo monto fue prometido al Least Developed Countris Fund.

Separadamente, el presidente francés Emmanuel Macron anunció que Europa cubrirá cualquier déficit para el International Panel on Climate Change (IPCC). "No le faltará ni un euro", disparó Macron. El compromiso del líder francés fue después de que Estados Unidos avisara que retirará su aporte al cuerpo de ciencia. De manera similar, Reino Unido se comprometió a doblar su contribución en este grupo.

El carbón como eje divisor
La potencia americana volvió a marcar sus diferencias en uno de los grandes temas de la cumbre: el carbón. Mientras que la delegación oficial apuntó a fomentar una versión limpia y amigable de los combustibles fósiles con el evento "Cleaner Fossil Fuels", la comitiva alternativa "We Are Still In" y parte de la comunidad internacional optó por el camino contrario.

El vacío estadounidense

Sin el liderazgo de la potencia americana muchos voltearon su mirada a China. El gigante asiático tuvo un gran rol a través de su coalición Ministerial on Climate Action (MOCA). El grupo lo integra junto la Unión Europea y Canadá y fue concebido durante la última COP después de los resultados de las elecciones de Estados Unidos.

Sin embargo, varios expertos en la cumbre apuntaron que ahora no se tratará de lo que haga una nación individual sino del accionar un conjunto de alianzas para llenar el espacio que dejó la partida de Barack Obama.

La contracara estadounidense estuvo compuesta por grandes actores sub-nacionales como el ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, o el gobernador de California, Jerry Brown. Su informe, America's Pledge, resaltó que su coalición de ciudades, estados y empresas representa más de la mitad de la economía norteamericana.

La coalición estadounidense We Are Still In de ciudades, estados y empresas representa más de la mitad de la economía norteamericana.

El ex alcalde de Nueva York demostró al mundo que hablaba en serio cuando empezó a invertir USD 164 millones en su campaña Beyond Coal de Sierra Club desde 2010, tiempo en el que más de la mitad de estas plantas tradicionales han cerrado.

Ahora, hacia el fin de la COP 23 adelantó que tiene un plan de USD50 millones para expandir el programa a Europa y otras partes del globo. El dinero se destinará a apoyar campañas de base, investigación sobre los impactos del carbón en la salud y acciones legales contra las fábricas que estén rompiendo las reglas de polución.

"El carbón es el mayor contaminador de todos. Si lo pudieras reemplazar por cualquier otro combustible, harías una enorme diferencia en el panorama del cambio climático", enfatizó Bloomberg.

En la misma sintonía, una veintena de países prometieron eliminar por etapas su dependencia al carbón. Esto quiere decir adiós a las plantas tradicionales y a las inversiones en este recurso, tanto a nivel nacional como afuera.

La alianza "Powering Past Coal" es el fruto conjunto de la ministra canadiense de clima, Catherine McKenna y su par británica, Claire Perry. Las funcionarias dieron a luz a la idea durante una reunión en Bonn. "Claire y yo cocinamos esto y estamos encantadas de tener tantos socios tan rápido", expresó McKenna.

La iniciativa ya cuenta con la adhesión de 25 miembros, pero esto es solo el punto de partida. Desde el grupo apuntan a incorporar más de 50 nombres antes de la próxima UNFCCC en Polonia del año que viene, empresas incluidas. Y es que en la lista de nombre, las ausencias son notables: justamente los mayores usuarios de este recurso, como Estados Unidos, Alemania, Polonia, Australia, China e India.

La iniciativa Powering Past Coal cuenta con la adhesión de 25 miembros, pero las ausencias son notables: justamente los mayores usuarios de este recurso, como Estados Unidos, Alemania, Polonia, Australia, China e India.

"A veces las ideas muy buenas tienen inicios muy pequeños. Esto no se trata de un proyecto piloto. Se siente como un compromiso firme para realmente hacer un gran cambio en la forma en que energizamos nuestras economías y en el proceso alcanzar nuestras metas de París", alentó Perry.

El diálogo Talanoa

En 2015, los países acordaron que en 2018 debería haber un momento de inventario. Esa información se usará para la próxima ronda de NDCs en 2020. La idea es que se incrementen las ambiciones en un ciclo incremental de cinco años. Durante esta COP se incluyó su abordaje en el documento final.

Su estructura se basará en torno a tres preguntas: "¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde queremos ir? ¿Cómo llegamos ahí?". También incluye detalles nuevos como aceptar inputs de stakeholders partes e independientes y un nuevo énfasis en los esfuerzos pre-2020.

La fase preparatoria para este diálogo empezará el año que viene antes de la COP 24, donde se le dará conclusión con una fase política.

El camino antes del 2020
Otro de los conflictos claves que emergió durante los primeros días de la conferencia fue la acción pre-2020. El Acuerdo de París se aplica al período posterior. Nuevamente, la denuncia vino de pate de las naciones en desarrollo de que los países ricos no han hecho lo suficiente para cumplir con sus compromisos para este período previo. Incluso China e India insistieron en que debía hacerse lugar oficial en la agenda, ya que estos tres años que quedan son una parte crucial para construir confianza en el resto de las negociaciones.

El período pre-2020 es una parte crucial para construir confianza en el resto de las negociaciones.

"Creo que los países desarrollados querían ignorar eso y enfocarse en el post-2020, pero los países en desarrollo respondieron 'no, en realidad necesitamos llegar al máximo de las emisiones globales al 2020, entonces queremos que sea un gran tema acá'", reflexionó, Jennifer Morgan, Directora Ejecutiva de Greenpeace.

En este aspecto, las principales preocupaciones fueron dos. Por un lado, los estados desarrollados siguen sin entregar los USD100.000 millones prometidos por año al 2020 que se acordaron en 2009 en Copenhagen.

Por el otro, todavía no ratificaron la Enmienda Doha la cantidad de países necesaria para que entre en vigor. Se trata de un segundo período de compromiso del Protocolo de Kioto para los años que quedan al 2020. Finalmente, durante la COP 23 varios países europeos ratificaron Doha, incluidos Alemania y Reino Unido.

La insistencia sobre este período llevó a que la ambición e implementación pre-2020 forme una gran parte del texto de decisión de la COP 23 que se acordó y publicó. Incluyó un acuerdo para formar sesiones adicionales de inventario en 2018 y 2019 para revisar el progreso en las reducciones y dos evaluaciones de financiamiento climático.

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