Basura: un tesoro escondido


La sociedad de actual se rige por el dogma de uso y descarte. Pero compañías como Unilever, General Motors, Kimberly Clark y Ledesma se niegan a seguir este modelo de mercado y avanzan en las primeras filas de extraerle valor a la basura. Conocé estos casos locales.

Tiraderos y rellenos sanitarios se desbordan, barrancas y cauces fluviales se bloquean, ríos y lagos ofrecen miasmas flotantes, los mares se contaminan gravemente, y vórtices de desperdicios plásticos cubren miles de kilómetros cuadrados en los océanos… a nivel mundial, la basura es una problemática compleja. Pero este abuso del espacio público se convierte en un manto de responsabilidad difusa, donde el deber de todos sirve de excusa para la inacción.

Sin embargo, cada vez más empresas creen que para ser competitivas y sostenibles a largo plazo, no deben desentenderse de lo que ocurre durante del ciclo de vida de sus productos e incluso de lo que sucede puertas adentro de sus instalaciones. Así, Unilever, General Motors y Kimberly Clark se cuentan entre las que se animan a ensuciarse las manos y deciden adoptar una nueva mirada hacia los desperdicios. Mediante su caracterización y cuantificación, estas pioneras identifican sus potenciales usos. La basura de uno deja de ser solo un tesoro para otros, se vuelve un tesoro para ellos mismos.

Enmarcado en su Plan de Vida Sustentable, Unilever se comprometió a reducir su impacto ambiental y desde 2010 engloba sus diversas eco-iniciativas bajo este eje. Entre ellas, el ambicioso proyecto de “zero waste to landfill” ha sido uno de sus protagonistas. Para lograr el cometido, se fueron implementando diversos procesos en paralelo en las 240 plantas en 67 países y, en algunos casos, una avanzaba más rápidamente que la otra. Cuando sucedía esto hubo un intercambio permanente de buenas prácticas.

De esta forma, este año logró que todas sus fábricas a nivel mundial dejen de enviar sus residuos. Y para la sede local, la alegría fue doble si se tiene en cuenta que ya a fines de 2013, fue la primera de sus pares, adelantándose a los objetivos establecidos globalmente. "El primer paso para alcanzar la meta de Cero Basura a Relleno Sanitario fue analizar todo el proceso productivo. Así encontramos las alternativas y posibilidades de reducción, reuso y/o reciclado", señaló Pablo Lacasia, Líder de Sustentabilidad para Unilever Cono Sur.

También inspirada por esta idea, General Motors vio germinar esta iniciativa hace muchos años, cuando se logró la primera planta Landfill-free en 2005. Ese año se empezaron las primeras mediciones en el Complejo Automotor en Rosario para contribuir a alcanzar la meta de 125 plantas para el 2020. En este 2015 la cifra ya casi fue alcanzada por lo que se elevó a 150 plantas para el 2020.

"Empezamos con un piloto de la planta de motores y luego seguimos con todo el complejo, incluido los obradores, que es el área donde están los contratistas que abastecen nuestras líneas o prestan algún tipo de servicio. Siempre pensando en la idea que el residuo es una materia prima para alguien", remarcó Norberto Tinazzo, Responsable de Medio Ambiente de General Motors de Argentina.

Y en camino de lograr cero landfill en la región Austral, Kimberly-Clark también se coloca la vara alta en su estrategia de sustentabilidad Visión 2015. Para ello, trabajan en dos proyectos. La primera iniciativa que se está evaluando es utilizar el scrap como materia prima para generar un subproducto; la segunda alternativa es utilizar el scrap como fuente de energía.

"Como parte de una organización global, se establecen metas y objetivos para que la compañía alcance a nivel global, adaptadas a cada región y país. En la Argentina, somos conscientes de la importancia de conservar y proteger el capital de nuestro planeta", apuntó Fernando Hofmann, Director de Asuntos Legales y Corporativos LAO-Región Austral de Kimberly-Clark.

Y es que para volver realidad estos hitos, un denominador común que se observa es este cambio en la mirada hacia los desperdicios. Así, basura y mercancía son el mismo objeto material, en distintos momentos de los procesos de producción y reproducción social. Mientras conserva un valor de cambio positivo, continúa en nuestras vidas. Pero cuando se le ha extraído suficientes beneficios y se estima su valor como negativo, se lo saca de encima, lo desecha. Frente a este accionar, estas empresas se niegan a perpetuar esa mentalidad de descarte.

Reducir, reciclar, reutilizar
Pero para generar un impacto, esta teoría se tiene que volcar a la práctica. Y las compañías se embarcan en acciones de lo más diversas donde la innovación está a la orden del día. General Motors procura viabilizar el reuso de los materiales, por ejemplo en la utilización de thinner para limpiar las paredes de las cabinas de pintado. En cuanto al reciclado, gestionan muchas variedades de plásticos de embalajes que posteriormente se reciclan para fabricar nuevos elementos. En el caso de no resultar posibles las anteriores actividades, intentan la recuperación de energía, ejemplificada en la utilización de los restos de madera como fuente calórica para generar aire caliente para sanitizar los nuevos embalajes que serán utilizados.

Kimberly-Clark, por su lado, utiliza los residuos orgánicos del comedor en procesos de compostaje dentro de la planta. Los residuos de planta (cartón, plásticos) son clasificados y enfardados para su posterior reutilización externa. Los residuos especiales (envases de materias primas, restos de adhesivos) son clasificados y enviados a tratamiento mediante operadores habilitados por la provincia de Buenos Aires.

"Nuestro principal objetivo es el cuidado del medio ambiente por lo que buscamos permanentemente optimizar nuestras soluciones de reciclado obteniendo así subproductos más útiles y sustentables. Por otro lado también buscamos que el balance en la gestión de residuos tenga siempre un saldo positivo lo cual logramos año tras año haciendo de esta gestión una práctica sustentable", destacó Hofmann.

Y para Unilever, en su gran mayoría, los residuos inorgánicos son recuperados para su reciclado, los residuos orgánicos, generalmente, son tratados por medio del compostaje o por lombricultura y aquellos casos en que la posibilidad de reciclado o reuso de un residuo se vea completamente agotada, se recupera su valor calórico a partir de su utilización como combustible alternativo. Y la empresa también trabajó en la disminución y recuperación de mermas.

Ledesma: otro caso emblemático

Del Centro de Deposición de Ledesma, en Jujuy, salen 10 toneladas de residuos diarios, desechos de la gestión industrial. De ahí, 8,8 toneladas son vendidas para ser utilizadas como insumo en la producción de otras industrias, generando ni más ni menos que $4 millones al año.

Y esta suma logra hacer todo el proceso sustentable: sirve para pagar el costo del predio, la maquinaria y hasta la mano de obra, incluyendo todo el equipo de Medio Ambiente de la compañía.
El resto, 1,2 toneladas, se envía a empresas que la transforman en energía renovable. "Tratamos de evitar que un residuo, que todavía tiene valor, se convierta en basura", asegura Miguel Ulivarri, Jefe de Medio Ambiente de Ledesma.

Así Ledesma cumple con su objetivo de residuos cero en áreas públicas, ya que ningún residuo sólido del complejo agroindustrial es derivado a puntos de disposición municipal.

La importancia de la diferenciación
Para no perder el rumbo en esta odisea, un buen punto de partida resulta el mejor norte. Así, la separación de los materiales se vuelve crucial. En Unilever, una vez definido el destino de cada uno de los residuos, se identificó la segregación correcta a implementar en cada planta. Para eso se instalaron dentro de las fábricas más grandes un espacio denominado “Isla de Scrap” donde un proveedor externo recibe todos los materiales ya separados y realiza un tratamiento primario: compactación, enfardado, trituración. "Para que el trabajo sea sistemático y eficiente, los materiales están correctamente dispuestos desde el origen", subrayó Lacasia.

En la multinacional, este proceso se completa mediante siete pasos de diagnóstico: Identificar los puntos de generación de residuos; clasificación de los residuos que se generan; cuantificación de residuos; oportunidades de reducción y reuso; alternativas de reuso y/o reciclado; métodos de segregación, acopio y calidad de residuo; y por último el análisis de los costos de implementación.

En su Eco Isla, General Motors construyó y mejoró el Centro de Selección y Clasificación de residuos, con lo que modificó su distribución y generó un espacio para desarrollar la segregación manual de los residuos asimilables a domiciliarios que llegan desde las plantas. En este espacio que actúa como base de operaciones del proceso de gerenciamiento de recursos, se acondicionan los residuos como insumos para ser vendidos. La continua mejora llevó también a un aumento en la clasificación de reciclados, llegando hoy a quince categorías. Solo en el mes de mayo de 2015, se reciclaron 33.000 kg de cartón, 21.000 kg de plástico, 25.000 kg de madera, 100 kg de telgopor, 6.500 kg de compostados y 13.500 kg de metales.

Pero no todo tiene que ver con cambios estructurales."En general, los principales logros van saliendo de cosas simples, no hay que pensar que todo pasa por fuertes inversiones", comentó Tinazzo. En este nuevo modelo de pensar el negocio, a la RE-valorización de los desechos se le suma tratar de no generarlos. Para la automotriz, esto viene de la mano de criterios de producción más limpia y mediante alternativas de productos más sustentables que generen menos cantidad de los mismos. Un ejemplo simple es que antes generaban alrededor de 1.500.000 de vasos descartables por año; con la decisión de cambiarlos por vasos de policarbonato, el residuo es igual a “0”.

Además de presentarse en ocasiones como simples y económicos, también implican una ganancia. "Los procesos buscan reducir la producción de residuos en su lugar de origen y encontrar soluciones innovadoras para su segregación. Esta iniciativa implicó para la compañía un ahorro de más de €200.000.000 en costos y la creación de cientos de puestos de trabajo a nivel mundial", reveló Lacasia. Para lograrlo, Unilever desarrolló un trabajo en conjunto con más de 60 proveedores en los seis países de Cono Sur con el fin de tener una solución ambiental para sus residuos. Esta articulación y la promoción interna de buenas ideas en ocasiones ha dado como resultado soluciones de lo más sorprendentes. Así fue cuando, entre sus acciones, la planta de Gualeguaychú reemplazó la tradicional poda de pasto por ovejas.

Bueno para el ambiente, bueno para el negocio… bueno para las personas
Pero el impacto no es solo verde. Desde Kimberly-Clark explican que una de las principales vertientes de residuos generados son los barros provenientes del prensado de la recirculación de agua en la generación de papel Tissue. Esto es una gran problemática de toda industria papelera que desde la empresa lograron resolver estratégicamente. Estos barros son enviados a una ladrillera centenaria en la zona que lo utilizan como carga en la mezcla para generar ladrillos para la construcción. "Esto genera un valor agregado dado que los residuos que son generados en planta son reprocesados en la misma localidad y convertidos en obras para la población local generando fuente de trabajo y valorizando el área con las obras", explicó Hofmann.

En una línea similar, durante 2014, gracias a una promoción en pañaleras, Huggies recicló 28.000 packs de pañales y toallitas húmedas, que se transformaron en más de 6.000 bolsas de residuos. Pañaleras es un modelo de negocio de cercanía y de fortalecimiento de los microemprendimientos que surgió en 2001 con la crisis. Además, desde el canal lanzaron una acción entre los colaboradores para armar títeres a partir de botellas plásticas. Así, junto a Fundación Caminando Juntos donaron 240 títeres a Casa del Niño y al Centro de Desarrollo Integral Acuarelas.

Unilever también le encontró la veta social en el caso de los productos envasados que no pueden ser comercializados, pero que se encuentran aptos para el consumo. En este sentido, trabajan con la Red Argentina del Banco de Alimentos, desde donde se gestionan las donaciones de alimentos para que puedan ser entregados a distintas organizaciones sociales. En el lapso que va de 2010 a 2014 Unilever de Argentina lleva 3.739.784 kg. de productos donados a la Red.

Y gran parte del poder de cambio radica en el involucramiento de todos. Para eso, la capacitación de trabajadores y proveedores es una de las prácticas más comunes."La capacitación y toma de conciencia de cada una de las 4.000 personas que a diario trabajan en el Complejo Industrial para la separación de residuos fue clave, a fin de ir mejorando continuamente", destacó Tinazzo. Inicialmente, desde General Motors separaban internamente casi 32 toneladas de residuos mezclados y rondan las cuatro toneladas gracias a la conciencia del personal y contratistas.

En este nuevo desafío, involucrar a toda la cadena de valor es uno de los grandes desafíos pendientes. Cambiar los hábitos de los consumidores ayudaría a las empresas a rediseñar el actual sistema industrial unidireccional para convertirlo en un sistema circular.

Deja un comentario
Artículo Anterior

Chivas a la caza de proyectos de impacto social positivo, de la mano de The Venture

Artículo Posterior

Telecom lanzó Nuestro Lugar

Total
0
Share