Balance de la Cumbre Climática de New York


A pesar de que las promesas siempre superan a las acciones, surgieron algunas propuestas concretas como la fijación de los precios al carbono o el proyecto para reducir la pérdida de bosques. Antesala para la COP21.

La Cumbre Climática de las Naciones Unidas en New York dio cita a cientos de líderes mundiales el pasado martes y, una vez más, la búsqueda de acciones concretas para frenar el cambio climático se puso en juego. Durante el megaevento, del que no estuvieron ausentes las clásicas peleas entre países industrializados y en vías de desarrollo, se hicieron varios anuncios y se formaron distintas coaliciones para hacerle frente a algunas problemáticas ambientales puntuales.

Entre los puntos más logrados, los participantes se comprometieron a limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados centígrados y aceptaron llevar adelante un acuerdo climático durante las próximas charlas de París 2015. “La buena noticia de la cumbre de hoy es que un número sin precedentes de jefes de estado y gobiernos se comprometieron nuevamente a un acuerdo climático global. Pero lo que en verdad hizo una diferencia para mí son los planes concretos traídos a la mesa por el sector corporativo y los gobiernos regionales con el dinero para invertir en ellos. Finalmente, estamos viendo un giro de las palabras a la acción”, resaltó Mark Kenber, CEO de The Climate Group.

Uno de los temas destacados fue el de fijar un precio al carbono. En esta línea, 74 gobiernos nacionales, 23 gobiernos regionales y más de 1.000 hombres de negocios e inversores mostraron su apoyo a la iniciativa. La lista de países incluye a China, Sudáfrica y Rusia. Un gran logro, si se tiene en cuenta que este conjunto de decenas de naciones representa el 52% del PBI mundial, el 54% de las emisiones de gas invernadero y casi la mitad de la población mundial. En cuanto a las industrias involucradas, fueron desde el sector de la energía al transporte, y los inversores institucionales que se sumaron cuentan con más de US$ 24.000 billones en activos.

Multitudinaria marcha

La marcha de 300.000 personas del domingo en New York, pidiendo acción rápida para poner freno al cambio climático, reunió también a CEOs de empresas como Unilever e Ikea. Y hasta al mismo Ban Ki-moon, líder de la ONU.

De esta forma, si logra expandirse este proyecto y escalarlo, tiene el potencial de reducir las emisiones de una forma que apoye la energía limpia y el crecimiento de bajo carbono, a la vez que le dará la flexibilidad necesaria a los negocios de innovar y encontrar las opciones más eficientes. “La ciencia es clara. Los aspectos económicos son convincentes. Estamos viendo un cambio hacia la arquitectura económica que será necesario para evitar un mundo dos grados más caliente, una arquitectura que apoya el crecimiento verde, los trabajos y la competitividad”, aventuró al respecto Rachel Kyte, Vicepresidente del Grupo del Banco Mundial y Enviada Especial para el Cambio Climático.

Los sospechosos de siempre
Con este objetivo en mente, se celebraron diversos compromisos que afectaron a distintas partes del globo. Los países de la Unión Europea, por ejemplo, pronosticaron una reducción del 40% de sus emisiones en comparación de las de 1990 para el 2030. Por su parte, China anunció que duplicará su apoyo financiero a la cooperación Sur-Sur en temas de cambio climático y hará un aporte de US$ 6 millones al Secretario General para promover esa cooperación entre los países en desarrollo.

Además, el Viceprimer Ministro chino Zhang Gaoli afirmó que su país reducirá para 2020 sus emisiones de dióxido de carbono en un 40% comparado con los niveles de 2005, un compromiso asumido en la Cumbre de Copenhage en 2009. Este último aspecto genera muchas expectativas ya que China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero, le siguen Estados Unidos y luego India. “Como uno de los países en desarrollo más grandes y responsables (de esas emisiones), China se compromete a empeñarse aún más para tratar de corregir el cambio climático y asumir las responsabilidades internacionales que son proporcionales a nuestras condiciones y capacidades nacionales”, sostuvo Zhang Gaoli.

Sin embargo, no todos están 100% convencidos de la actitud del gigante asiático ya que tanto China como India enviaron autoridades de segunda línea a la cumbre (India mandó a su ministro de Ecología). Otro hecho es que tanto Beijing como Nueva Delhi se resisten a reducir sus emisiones para no desacelerar sus economías, e insistieron en que las naciones más industrializadas son quienes deben asumir una cuota mayor, ya que las consideran las principales responsables de la problemática.

“En la posición de ser las dos economías más grandes y emisoras del mundo, Estados Unidos y China tienen una responsabilidad especial de liderazgo”, explicó Barack Obama y abogó por un acuerdo mundial ambicioso, aunque flexible ya que países diferentes enfrentan realidades diferentes. La potencia norteamericana dará a conocer en el primer trimestre de 2015 su objetivo de reducción de gases de efecto invernadero después de 2020, que como quedó en evidencia, será un punto clave de las discusiones de París.

En sintonía con esta línea de acción, Obama sostuvo que respetará su meta hasta ese año, una reducción del 17% respecto de 2005. Este es un compromiso voluntario, ya que el país no forma parte del Protocolo de Kioto adoptado en 1997 durante la tercera de estas conferencias (COP3), realizada en Japón, que limitó las emisiones de 37 países industrializados y la Unión Europea.

El protocolo recién empezó a regir en 2005, sin Estados Unidos y tampoco incluyó a China e India, ya que en ese entonces no eran consideradas naciones desarrolladas. El mismo regiría hasta el año 2012, pero fue prorrogado hasta 2020, cuando se dará inicio a un nuevo tratado, que será discutido tanto en la cumbre de Lima en diciembre (COP20) como en la de París 2015 (COP21).

Un ambicioso plan para cuidar los pulmones del planeta
Otro punto destacado de la cita del martes fue la innovadora sociedad de gobiernos, multinacionales, ONG y comunidades indígenas de reducir a la mitad la pérdida de bosques para el 2020 y detenerla por completo para el 2030. Esta movida, eliminará entre 4.500 millones y 8.800 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, una cifra que equivale a retirar de circulación 1.000 millones de autos. Con esta declaración, es la primera vez que 156 líderes globales acuerdan poner una fecha de vencimiento a deforestación y la necesidad de incentivos económicos a larga escala para los países para hacerlo posible. Además, el programa busca la restauración de 350 millones de hectáreas.

“Le pedí a los países y a las compañías que trajeran promesas audaces y aquí están. La Declaración de Nueva York apunta a reducir más contaminación climática cada año que la que Estados Unidos emite anualmente, y no termina ahí. Los bosques no son solo una parte crucial de la solución climática: las acciones que se acordaron el día de hoy reducirán la pobreza, aumentarán la seguridad alimentaria, mejorarán el ejercicio de la ley, asegurarán los derecho de los indígenas y beneficiarán a las comunidades alrededor del mundo”, anunció Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas.

A la declaración se suscribieron 32 países, incluyendo algunos latinoamericanos y tropicales, como Chile, Colombia, Costa Rica y Perú. Sin embargo, no figuraron en la cuenta algunas de las naciones con mayores bosques del mundo, como el vecino Brasil. Entre otros pactos similares que ponen a los pulmones verdes en el centro, se destacó el plan de US$300 millones que Noruega selló con Perú para proteger la Amazonia.

Fuera de estas acciones, se celebraron acuerdos de distinta índole que esperan atacar todos los aspectos de la problemática ambiental. Así, se anunció un compromiso a larga escala para doblar la tasa de eficiencia energética global para el 2030 con la implementación de mejoras en la eficiencia del combustible para vehículos, iluminación, electrodomésticos y edificios. “Lo que vivimos hoy y a lo largo de la Semana climática de Nueva York es la convergencia de una serie de puntos de inflexión: la presión pública, la aceptación de la ciencia y un reconocimiento creciente de que tanto la economía como la tecnología se encuentran en un lugar óptimo para abrazar la revolución limpia. Esto hace que ahora sea inevitable que llevemos las cosas hacia adelante”, comentó Mark Kenber.

Pero no todos se mostraron igual de convencidos. Las organizaciones medioambientales se mostraron cautas. “Saludamos los compromisos, pero son largamente insuficientes”, insistieron desde ActionAid USA. Mientras tanto, para Greenpeace, el anuncio se tomó como una señal importante para los países más vulnerables, aunque consideran que los detalles continúan siendo ambiguos. Con estos recelos, todas las miradas se posarán en la COP20 de diciembre. “Lo que necesitamos ahora es un verdadero liderazgo de los gobiernos nacionales para dar lugar a un acuerdo firme el próximo año que esté en línea con lo que la ciencia demanda y genere un futuro de bajo carbono próspero para todos”, alentó el CEO de The Climate Group.

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