El desembarco de la economía compartida


La sharing economy está de moda y ya revoluciona los esquemas de compra y venta. Según Nielsen, 68% de los consumidores online está dispuesto a compartir o alquilar sus bienes y servicios, reduciendo el consumo y el impacto ambiental. Las grandes empresas se suman.

La tendencia de compartir bienes y servicios no deja de crecer. Desde autos y casas hasta artículos del hogar y mascotas, diversos emprendimientos online han hecho florecer la economía compartida, al permitir a los consumidores alquilar o intercambiar sus bienes y servicios. Y tal es el boom que ha tenido en los últimos años, que incluso las grandes empresas se sumaron a la movida, lanzando ofertas a tono con esta tendencia, especialmente en el negocio de los autos compartidos.

Para confirmar que no es algo aislado, la flamante “Encuesta global de comunidades de intercambio” de Nielsen revela que el 68% de los consumidores online a nivel mundial está dispuesto a compartir o alquilar sus objetos personales en esta modalidad de intercambio. El estudio relevó a más de 30.000 personas en Internet en 60 países para medir el apetito de los consumidores por participar en las comunidades de intercambio de todo el mundo.

Además de la gran mayoría dispuesta a ofrecer sus bienes personales, las cifras indicaron que el 66% estaría dispuesto a usar los productos y servicios de otros."Las comunidades de intercambio han dado lugar a una revolución económica que está teniendo un gran impacto", sostuvo John Burbank, Presidente de Iniciativas Estratégicas de Nielsen. Y es que se espera que las ganancias obtenidas por los consumidores al convertir sus bienes en ingresos a través del consumo colaborativo supere los US$ 3.500.000.000 este año, con un crecimiento mayor al 25%.

Los propietarios de una economía compartida se convierten en consumidores y productores.

En esta economía de participación, los consumidores alquilan o comparten elementos que ya poseen por una tarifa. Por medio de sistemas de calificación o revisión al estilo de eBay o Mercado libre los participantes de la transacción pueden confiar en el otro. Con la popularidad de estos servicios, muchas personas ya no tienen que comprar cuando pueden alquilar lo que necesitan. Y la familiaridad con que la gente se viene relacionando últimamente con la web, hacen que hacerlo de manera virtual ya no se vea con desconfianza.

"Ahora hay un nivel de comodidad establecido que ha abierto la puerta para el intercambio de bienes personales a través de Internet que puede haber parecido inconcebible incluso hace unos pocos años. Conectarse en línea para actividades como ir de compras, gestionar las finanzas, realizar investigaciones o ver videos se ha convertido en una parte integral de la rutina diaria de muchos", señaló Burbank.

Múltiples necesidades, diversidad de ofertas
Y es esta naturalidad la que hace que las personas busquen satisfacer todo tipo de necesidades. Así, según la encuesta, los artículos electrónicos ocupan el primer lugar, con el 28%, a los que los siguen las herramientas eléctricas (23%), bicicletas (22%), ropa (22%), artículos para el hogar (22%), material deportivo (22%), automóviles (21%), equipo para acampar al aire libre (18%), muebles (17%), hogares (15%), motocicletas (13%) y mascotas (7%).

Y la oferta para suplir estas variadas demandas viene de la mano de diversos emprendimientos peer-to-peer. Entre ellos, se destacan los ya clásicos SnapGoods, un sitio para préstamos de artículos para el hogar de gama alta; Airbnb que permite a los viajeros alquilar una habitación, toda una casa y hasta un castillo; y la original iniciativa de DogVacay, mediante la cual los dueños de perros pueden dejar su mascota con una persona que se hará cargo de ella.

“Casi todo es juego limpio a la hora de compartir. Los propietarios de una economía compartida se convierten en consumidores y productores", explicó Burbank sobre esta larga lista que se genera. Y en este sentido, ya son varios los emprendimientos que dan un paso más y encuentran su nicho en el préstamo de efectivo. Tal es el caso de la pionera red peer-to-peer de Lending Club. Parte de su éxito se debe a que resulta más barato que las tarjetas de crédito para los prestatarios y proporciona mejores tasas de interés que las cuentas de ahorro para los inversores.

Las grandes empresas se suman a la movida
Este desarrollo y aceptación que viene teniendo la economía compartida, hizo que el mundo corporativo empezara a interesarse en ella. Las compañías entienden que esta modalidad ha llegado para quedarse, con el ahorro económico que suponen sus prácticas y el desarrollo de sentimiento comunitario que se forja mediante ellas. A esto se le suma el hecho de que no todos quieren ser propietarios y cada vez más personas prefieren acceder temporalmente a las cosas que desean.

"Mientras que las comunidades de intercambio pueden añadir otro eslabón a la cadena de valor, no tienen por qué perturbar los negocios existentes", dijo Burbank. Por el contrario, se presentan como una interesante oportunidad al tratarse de una economía de gran tamaño, de un estimado de US$ 110.000.000.000. Todo esto ha llevado a que las corporaciones establezcan relaciones de cooperación, asociación e inversión en ella.

En este sentido, en Estados Unidos se han dado toda una serie de casos relacionados a la industria automotriz. Desde hace unos años, la creciente urbanización hace que haya menos espacio para los autos y sean menos los jóvenes interesados en tener uno, sacar una licencia y lidiar con los problemas de papeles y estacionamiento. Esto ha repercutido en las empresas del sector y varias de ellas se sumaron a la onda de consumo colaborativo para hacerle frente.

Ya en 2012, RelayRides, la compañía peer-to-peer de compartir autos obtuvo una inversión de GM. Y el año anterior, Ford se convirtió en el proveedor más grande de la flota de Zipcar, el ícono de la cultura colaborativa que fue comprado por Avis en 2013. Incluso BMW se asoció con ParkatmyHouse.com, una red que vincula espacios de estacionamiento con los conductores. Del mismo modo, otras han desarrollado alternativas propias. Este es el caso del servicio Hertz´s On Demand que ha tenido un gran éxito con sus alquileres de autos por corto tiempo, con valores a partir de U$S5 la hora.

Otro rubro que comenzó a asociarse con los nuevos emprendimientos de economía compartida, así como a animar a sus clientes a adoptar un comportamiento más sostenible y responsable, es el de retail. IKEA, por ejemplo, se asoció en Australia con la empresa de autos compartidos GoGet para vincular a los compradores que necesitan llevar sus cajas a sus hogares. Y en Suecia comenzó un programa piloto que permite a los clientes vender muebles usados. Las asociaciones demuestran que las grandes compañías se dan cuenta de que ignorar este movimiento significa pasar por alto ingresos potenciales y nuevas oportunidades para construir conocimiento de marca.

Sin embargo, este despertar va mucho más allá que un capricho del consumidor o un rédito económico. Una de las industrias más destructivas del medio ambiente es el sector textil y de la confección. Cada hora, más de 100.000 artículos de ropa se tiran en rellenos sanitarios todos los días. Conscientes de ello, desde Marks & Spencer en el Reino Unido intentan cambiar las relaciones entre las personas y su ropa. En 2012, la cadena de tiendas inició una campaña de "Shwopping" que animaba a los clientes a dejar su ropa vieja, incluso si no era de M&S, cuando compraban ropa nueva. Muchas de las prendas acaban en el extranjero o se reciclan en nuevas fibras textiles, pero algunas son vueltas a vender en el país.
Mediante la acción de alentar a los clientes a reciclar su ropa, le permite a la empresa desarrollar relaciones con todos, desde los diseñadores de alta costura a los activistas locales, lo que lleva a un mayor impacto positivo en su entorno.

"Las empresas pueden aprovechar los aprendizajes para transformar a sus clientes en socios valiosos y considerar cómo el compartir puede convertirse en una parte integral de su proceso de negocio. Piensen en contratos de alquiler para aquellos que prefieren el acceso antes que la propiedad, involucren a los clientes con las entregas a las comunidades locales y hagan sesiones de brainstorming con los consumidores para desarrollar la próxima, mejor innovación de un producto", alentó Burbank, dirigiéndose a los líderes de negocios.

Con esta nueva mirada, el foco deja de estar en la acumulación desenfrenada e inconsciente y nos invita a volver a relacionarnos de forma más armoniosa con el medio ambiente y con el otro. Y en esta búsqueda, la confianza se vuelve esencial. "Mientras que la capacidad de generar confianza entre desconocidos en el mundo digital es la base para el éxito de la comunidad de intercambio, también se vuelve cada vez más vital para cualquier otro modelo de negocio", alertó Burbank.


Ventaja para los mercados emergentes
Como en la mayoría de los escenarios, el entorno condiciona la participación de las personas. Sin embargo, en el caso de las comunidades de intercambio, los mercados emergentes llevan las de ganar. Los encuestados de Asia Pacífico resultaron ser los más receptivos a este modelo transaccional. Según Nielsen, el 78% se mostró dispuesto a compartir sus cosas y el 81% a alquilar las de otros. En este último apartado, China es el país con mayor aceptación (94%), seguido por Indonesia (87%), Eslovenia (86%), Filipinas (85%) y Tailandia (84%).

De igual manera, América Latina se presenta como terreno fértil para la adopción de la economía compartida, con el 70% de los encuestados con ganas de entregar sus bienes y el 73% propensos a adquirir productos de los demás. En el otro extremo, aunque con un interés relativamente elevado, se encontraron Europa (54% y 44%) y América del Norte (52% y 43%). "Mientras que Internet todavía tiene un alcance limitado en muchas partes del mundo, la disposición comparativamente alta de los consumidores en línea de las regiones en desarrollo a participar en las comunidades de intercambio demuestra cómo la web puede convertirse rápidamente en parte de la cultura", comentó Burbank al respecto de estas diferencias. El presidente de Iniciativas Estratégicas consideró que los clientes de los mercados en vías de desarrollo a menudo representan una demografía más joven y más próspera que la población general, lo que puede contribuir a un mayor afán y entusiasmo.

Pero la tendencia no es exclusiva de los jóvenes, aunque sí son el grueso. Al 35% de los Millenials (de 21 a 34 años) interesados en formar parte de estas comunidades, los sigue el 17% de la Generación X (de 35 a 49 años) y el 7% de los Baby Boomers (de 50 a 64 años), este último compartiendo el mismo porcentaje que los pertenecientes a la Generación Z (menores de 20 años). En el caso de Latinoamérica, la región reporta el mayor porcentaje de personas de mayor edad como posibles participantes con un 22% de la Generación X y 15% de los Baby Boomers, superando la media global.

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