Tom Szaky, el inventor de la basura patrocinada


El fundador de Terracycle logró que las empresas financien la recolección y reciclado de sus residuos postconsumo, con fuertes beneficios de imagen. Así creó un imperio en onda verde, que factura US$ 17 millones. ¿Quién dijo que la basura no es un buen negocio?

La definición de basura puede ser un tanto engañosa. Donde algunos ven simplemente un residuo inservible, sólo digno de engrosar los basurales, otros descubren un enorme potencial como materia prima. Y de paso, un excelente negocio.

Este el caso de Tom Szaky, un joven norteamericano que fundó Terracycle hace once años y hoy factura 17 millones de dólares, dando una nueva vida a millones de desechos postconsumo. “Todo tiene posibilidades. Nombrame un desecho y te digo qué se puede hacer”, desafía con confianza a esta periodista el CEO de Terracycle, durante su última visita a Argentina, uno de los 22 países donde la compañía está presente y donde lleva adelante programas de recolección de residuos de lo más variados, con el consumidor como protagonista.

Y pasa todas las pruebas. Desde botellas, pasando por envoltorios alimenticios de lo más variados, hasta pañales, chicles, pilas y colillas de cigarrillo. Todo tiene una segunda oportunidad, tal como lo prueba el trabajo de Terracycle. “Cuando arrancamos, evaluamos toda la basura que producen los consumidores y descubrimos que, sin excepción, toda puede seguir un círculo, si queremos”, define.

Terracycle en números

-Presencia en 22 países
-150 programas de reciclado vigentes
-US$ 17 millones de facturación
(proyectada 2012)
-US$ 3 millones donados a ONGs (2011)

Una lógica circular
Acto seguido, menciona los tres caminos posibles. El reuso, un destino que sólo tiene posibilidades de seguir el 1% de la basura y que, en general, implica un cambio de mano del producto. El upcycling, una opción que ronda el 4% de posibilidades y que implica no sólo valorar el material, sino también su forma para darle una segunda vida. En esta categoría entrarían, por ejemplo, portavasos hechos de viejos discos de vinilo o sobres de jugos convertidos en mochilas, todos productos reales que Terracyle vende online y en tiendas. La tercera alternativa es el reciclaje, que rescata sólo la materia prima fundida y que es la opción de mayor escala, alcanzando potencialmente al 95% del total de los residuos.

Lo que tienen en común los tres procesos es que todos son cíclicos. En cambio, si ponés algo en la basura, solo hay dos soluciones: va a un basural donde no tiene valor o se quema para obtener energía. Y los dos pueden realizarse una sola vez. La manera natural de las cosas es circular, así funciona la naturaleza. En nuestro sistema, eso está un poco roto pero es posible arreglarlo. El mayor problema es económico”, resume Szaky, antes de nombrar dos maneras de financiar estas segundas vidas, que, dicho sea de paso, no resultan baratas.

“La razón por la que Terracycle funciona es que la mayoría de los programas de sustentabilidad no son algo que la gente normal entienda. La basura es una experiencia personal que trasciende la complejidad de muchos programas ambientales”, asegura Tom Szaky.

En algunos países existen impuestos, como los packaging taxes aprobados recientemente por Brasil o Israel, que permiten costear estos procesos gracias al aporte obligatorio de las empresas. En otros países, sin la ley de respaldo, la iniciativa privada para hacerse cargo de la etapa final de sus residuo, practicando una auténtica responsabilidad extendida de sus productos, es totalmente opcional. Y allí aparecen empresas como TerraCycle, que desarrollan programas de recolección y reciclado de aquellos residuos que no forman parte de iniciativas existentes o que son difíciles de reciclar.

Un concepto moderno
El CEO de Terracycle analiza el mismo origen de la basura. “La gente piensa que la basura estuvo siempre, pero en realidad es una problemática de no más de 70 años. Se trata de un concepto moderno. Un par de generaciones, antes de la Segunda Guerra Mundial por ejemplo, la situación era muy distinta”, asegura.

Y enumera dos razones. Por un lado, la gente no compraba tanto como ahora y, además, las cosas se arreglaban. Por otro, a esto se suma que los materiales actuales son más complejos. La ropa, por ejemplo, no está hecha de algodón, sino de plástico. Antes, si se tiraba algo a la basura, la naturaleza se ocupaba del proceso. Hoy, no hay soluciones naturales para muchos productos. “Si se combinan materiales que no tienen soluciones naturales con un consumo alto como el actual, eso da como resultado basura”, define.

De la cuna a la tumba
Pero no es Terracycle quien paga el sistema. De la mano del concepto revolucionario de “basura patrocinada”, Terracycle logra que las empresas paguen el precio de dar una segunda oportunidad a los residuos de su propia cadena de valor. Marcas como M&M, Colgate, Doritos, Lay’s, Tang, Faber Castell, Garnier o Huggies confían a Terracycle la recolección de sus packagings o residuos post consumo para elaborar objetos a partir del reciclado o del vistoso upcycling, que incluso permite ver los envases originales de la marca convertidos en objetos de lo más variados.

Claro que no se trata de un proceso barato. “En muchos casos, hay que poner más plata en el sistema de la que sale. Estamos arrancando un proceso de reciclado de pañales en Estados Unidos. El costo del reciclado es 100 veces más alto que lo que vale el material al final de ese proceso”, reconoce.

Sin embargo, costear el reciclado o upcycling de los propios desechos tiene sus beneficios para la marca que esponsorea el programa, con exclusividad en la categoría (aunque es obligatorio que se puedan recolectar también productos de la competencia). “Si creás un programa, en el que tomas la responsabilidad de tu basura, sin una ley, entonces creás más beneficios de marketing de los que lograrías con un aviso en la tele”, asegura, aunque aclara que en 16 países donde opera la compañía ya existen impuestos al packaging y lo invertido en sus programas puede descontarse del impuesto.

Además, cuenta que en la mayoría de los casos con los que trabaja el balance ha sido de lo más positivo. “Mostramos resultados a corto plazo, no sólo beneficios del reciclado. Las categorías no crecen, pero la preferencia de los consumidores va de una marca a otra de manera muy agresiva y muestra que a los consumidores les importa”, resume.

Una experiencia personal
Es justamente el consumidor quien empuja estos programas y hace posible el éxito de la compañía. Ellos son los encargados de recolectar la basura, que luego centraliza la compañía. Los 150 programas de recolección de residuos, distribuidos en los 22 países en los que opera la compañía, incluyen no sólo envoltorios de alimentos, sino también lapiceras, cepillos de dientes, corchos, celulares, cartuchos de impresoras, ojotas y hasta joyas.

En Estados Unidos, por ejemplo, las brigadas de Terracycle recolectan el 1% de las bolsas de papas fritas y en Canadá el 10% de las cápsulas de café. En Argentina, la primera marca en trabajar con la compañía es Tang. El ritmo de recolección de estos envases se ubica en los 150.000 por mes, superando récords de otros países como Brasil con mayor cultura ambiental y una población mucho más extensa.

“La gente se siente muy motivada, se sienten parte de la solución y del ciclo. Si a los consumidores no les importara, nuestro sistema no funcionaría. Es la gente la que junta los residuos. Lo importante es que haya una plataforma que lo permita”, resume.

Como incentivo extra, y mostrando claramente la pata social de este triple línea de resultado, los consumidores de todo el mundo siempre pueden elegir una causa social a la que realizar una donación por cada desecho recolectado. En el caso de Tang, por cada sobre recolectado $0,10 van a una ONG a elección o a Espacio Agua. Hasta el momento, con 1 millón y medio de sobres recolectados ya se donaron $150.000.

Pero a la hora de explicar el crecimiento de su compañía, Szaky esboza otra explicación, de lo más lógica. “La razón por la que Terracycle funciona es que la mayoría de los programas de sustentabilidad no son algo que la gente normal entienda. Si estás en el mundillo ambiental, sabés lo que el carbono significa, pero la mayoría de la gente de la calle no lo entiende. Pero una cosa que sí entienden es la basura”, resume.

Asegura que se trata de una experiencia personal. Uno puede no saber, por ejemplo, de dónde viene el metal para fabricar una birome o cómo son las prácticas en la mina de donde se sacó ese metal. “Aunque te diga que la compañía implementó tal o cual programa en la mina, a mucha gente no le importa en el fondo. Pero lo que sí les importa es que lo que ellos tocan como consumidores se está convirtiendo en basura. Es algo muy personal. Lo entienden los adultos y los chicos”, dice. Y antes de despedirse resume el secreto de su éxito: “La basura trasciende la complejidad de muchos temas ambientales y la gente puede sentir que hace la diferencia con algo muy concreto.”

Midiendo el impacto

Recolectar miles de envoltorios y residuos pareciera tener, a priori, un alto impacto ambiental, de la mano de una alta huella en el transporte. Pero Tom Szaky asegura que es mínimo, comparado con el costo de sacar las materias primas de la naturaleza.

“Hacemos muchos análisis de ciclo de vida. Está claro que las soluciones lineales, como los basurales y la quema para energía, crean impactos ambientales negativos. En las soluciones cíclicas que proponemos, hay un impacto de recolección y envío, sin duda. Pero si se compara el costo ambiental de hacer un producto a partir de nuestras soluciones o de hacerlo de una manera tradicional, que implique crear algodón o plástico, nuestras soluciones son 10 veces mejores, si se trata de upcycling, y dos veces, en el caso del reciclado”,

Y asegura que son muchos los que piensan que el transporte genera el mayor impacto. “En el mundo de la basura, el transporte no es el problema. Lo problemático es crear materiales desde la tierra”, dice. Y ejemplifica: para una remera el 98% del impacto es obtener el algodón, 1% fabricar la prenda y 1% es el envío desde China, si allí se fabrica. “La clave está en dejar de sacar cosas de la tierra y usar lo que ya sacaste. Esa es la manera de seguir consumiendo”, define.

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