La investigación de Solidagro y financiada por Fundación Cargill reveló que se pierden unas ocho millones de toneladas al año. Son pérdidas difusas y que en parte aportan a la nutrición de los suelos, pero representan entre el 5% y el 10% de la producción.
Con el fin de atender las causas y los efectos de la pérdida y el desperdicio de alimentos, desde la Secretaría de Gobierno de Agroindustria llevan adelante el Programa Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicio de Alimentos.
En ese marco, Solidagro realizó el estudio “Pérdidas de Alimentos en las Cadenas de Cereales y Oleaginosas”. Financiada por Fundación Cargill, la investigación se propuso analizar toda la cadena de producción primaria del girasol, el maíz, la soja y el trigo en Argentina.
“Lo increíble del trabajo fue encontrarnos con que producimos más alimentos de lo que realmente informamos: gran parte de lo que se cosecha para alimento de lecheras o ganado porcino y vacuno no se muestra en los números de la cosecha a nivel país. Además, tenemos la ventana de oportunidad –con los resultados y recomendaciones en la mano- de poder aprovechar 8.8 millones de toneladas de materia prima que debiera terminar en alimentos y se pierden en el año”, destacó Cecilia Theulé, Directora Ejecutiva y Coordinadora de Sustentabilidad de Solidagro.
Según los resultados, las estimaciones de pérdidas ascienden a ocho millones de toneladas. Debido a la extensión y volumen producido en nuestro país, son pérdidas difusas. Es decir, suma de pérdidas individuales en relación con el total.
Y aunque se trata de pérdidas difusas que en parte aportan a la nutrición de los suelos, en función de la superficie cultivada y el volumen obtenido, estadísticamente estarían representando entre el 5% y el 10% de la producción, según el cultivo.
Esto implica un gran desafío de generación de conciencia colectiva, eficiencia productiva en alimentos e innovación en la búsqueda de sistema de mejoras para nuestro país.
“Trabajamos en distintas iniciativas que promueven soluciones a la problemática multidimensional de la seguridad alimentaria. Si bien las cadenas de cereales y oleaginosas no son las que más impacto presentan en términos de pérdida y desperdicio de alimentos en el país, consideramos un paso importante contar con datos para una mejor gestión según los ámbitos de cada organización, y colaborar en la recuperación de alimentos”, expresó Julian Ferrer, Responsable de Sustentabilidad y RSE de Cargill Southcone.
Así, eficiencias en la cadena en la cadena de cereales y oleaginosas permitirían reducir las pérdidas. Durante la presentación de los resultados de la investigación, se plantearon distintas propuestas que permitirían la recuperación de cereales para alimento, entre los cuales se destacan trabajos del PRECOP del INTA, mejoras en el transporte e infraestructura, almacenamiento y financiación entre otros.
Con estos datos, la investigación se presentó como el paso inicial de una tarea multisectorial que apunta a obtener los resultados a nivel país para cumplir la Meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por las Naciones Unidas. La misma implica “de aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha”.
El análisis tomó como objetivo la producción destinada a alimento humano o a engorde de ganado, de las campañas 2016-2017, siguiendo la metodología (MECA). Según la misma, se entiende por “perdidas de alimentos” a la disminución en su cantidad y calidad a lo largo de la cadena, desde la siembra hasta el ingreso del cereal a puerto o plantas industriales para su procesamiento.
Solo se mencionan las pérdidas porque se excluyen del estudio las mediciones relacionadas con las fases de elaboración, comercialización y consumo de los alimentos, tramo que representa la categoría de desperdicio.