Aguas divididas por el aceite de palma


Gobiernos, empresas y ONG se posicionan a lo largo de un continuum de posturas enfrentadas. Unilever, Nestlé y PepsiCo son los protagonistas más recientes del apartado corporativo en la materia.

El aceite de palma es una industria que representa más de USD 5.560 millones a nivel mundial. Se trata de una sustancia que se usa en el 50% de los bienes de consumo, desde snacks y sopas hasta biocombustibles.

Sin embargo, en los últimos años se la ha vinculado a problemáticas que van desde la deforestación, el abuso animal y de derechos humanos en su producción hasta peligros para la salud derivados de su uso.

Es una cuestión compleja a la que se le suma el entramado económico ya que es central en las economías de muchos países emergentes. Como en el caso de Malasia, Indonesia y Tailandia, responsables de nada menos que del 88% de la producción mundial de aceite de palma.

Con defensores y detractores en cada una de las aristas, no existe un consenso en la comunidad internacional. De un lado y del otro esgrimen argumentos y datos a favor o en contra. Unos hablan de peligros, otros de beneficios.

Todo este engorroso panorama de fondo lleva tanto a posturas extremas, como a grises. Mientras que algunos solo ven bondades, otros un mal a eliminar de raíz. Así, las campanas que suenan van de regulación a prohibición.

¿Eliminar o regular? Esa es la cuestión
A este ritmo siguen las repercusiones por la resolución que el Parlamento Europeo fijó para la eliminación por etapas del programa de biocombustibles de la Unión Europea al 2020. El 17 de enero, en el marco de una reforma del mercado energético local que busca un menor consumo eléctrico para lograr mayores metas climáticas, el organismo se pronunció para prohibir el uso del aceite de palma en la elaboración biocarburantes a partir del 2021.

La decisión del Parlamento, llevó a que tanto Malasia como Indonesia se movilicen en contra. Según los dos estados, la prohibición destruirá las comunidades rurales donde muchos pequeños agricultores viven únicamente de este cultivo.

Malasia señaló que ya ha recibido el apoyo de países líderes de la UE en contra de estas medidas que considera discriminatorias. Italia ha sido el último en pronunciarse en contra de la resolución del Parlamento, después de España, Francia, Suecia, el Reino Unido, Alemania y Países Bajos.

"Confiamos en que el aceite de palma no será discriminado. Continuaremos dialogando con los países individuales en Europa declarando nuestro compromiso hacia la sustentabilidad", apuntó Mah Siew Keong, Ministro de Industrias y Productos Básicos de Plantaciones de Malasia.

Indonesia, por su parte, está presionando a la UE para que deje de aplicar estrictas normas medioambientales contra su cultivo y para acallar las críticas "negativas" del producto. De esta manera, el gobierno indonesio busca proteger una de sus principales industrias que cada año genera USD 35.000 millones de intercambios con el bloque europeo.

Esta semana, Indonesia y la UE pusieron en marcha la cuarta ronda de negociaciones comerciales. Entre otros temas, el país asiático busca convencer a su contraparte para que aplique la normativa indonesia de protección en vez del esquema de certificación mucho más estricto propuesto por Bruselas en abril del año pasado.

Fuera de este capítulo, tanto Malasia como Indonesia tienen motivos para celebrar. Mientras que el primero festejó el anuncio a principios de mes de que China importará “sin restricciones” aceite de palma y sus productos derivados de Malasia, los expertos predicen que el segundo registrará una tendencia creciente de las ventas de este rubro al exterior en los próximos diez años.

Más allá de esto, la escasa, nula o mala regulación de la producción mundial de aceite de palma hasta el momento ha derivado en impactos que no se pueden negar. De acuerdo al WWF, cada hora se tala un área de selvas tropicales del tamaño de 300 campos de fútbol para su cultivo. Esto lleva a la destrucción del hábitat de animales y un catastrófico efecto en el entorno.

En este sentido, esta semana se reveló que la producción del aceite de palma es uno de los principales factores detrás de la muerte de más de 140.000 orangutanes entre 1999 y 2015 en la isla de Borneo. Ese número equivale a la mitad de la población que se estima había a finales de la década de los '90. La reciente investigación en la que participaron 38 instituciones coloca a la deforestación y a la caza como las principales causas.

Las malas nuevas no se limitan al otro lado del charco. También esta semana se dieron a conocer las crecientes presiones que sufren comunidades indígenas en Perú por parte de compañías de aceite de palma y cacao. En medio de escándalos de corrupción y amenazas, las tierras se venden a multinacionales y sufren una deforestación masiva.

Jugándose la marca
Así, las novedades tampoco se limitan al accionar gubernamental, sino que golpean de lleno en el mundo corporativo. Esta semana, Unilever dio a conocer públicamente su cadena de suministro de aceite de palma, convirtiéndose en la primera fabricante de bienes de consumo en hacerlo.

"Mucha gente piensa que si subcontratás tu cadena de valor, podés subcontratar tus responsabilidades. Yo no lo creo . Tenemos que estar a la vanguardia del cambio. Esta es la razón por la cual Unilever está comprometida con una mayor transparencia y continúa trabajando con nuestros socios para generar un cambio positivo en la industria del aceite de palma ", apuntó Paul Polman, CEO de Unilever.

El grupo se vale de este ingrediente en muchos de los productos que fabrica y comercializa. Como resultado de eso, trabaja con alrededor de unas 1.400 fábricas y 300 proveedores directos para su abastecimiento. Todos ahora presentes en un mapeo de lo más extenso.

"Llevamos mucho tiempo comprometidos con liderar el impulso hacia la transparencia y la mejor forma de demostrarlo es abriendo nuestra propia cadena de suministro. Debido a las sensibilidades comerciales tradicionales y la complejidad de la cadena de suministro de aceite de palma, ha requerido perseverancia para llegar a donde estamos ahora. Estamos muy orgullosos de ser la primera empresa de bienes de consumo en dar este paso. Unilever cree que se necesita transparencia total para la transformación radical. Queremos que este paso sea el comienzo de un nuevo movimiento en toda la industria", apuntó Marc Engel, Jefe de la Cadena de Suministro de Unilever.

Por su parte, los proveedores de ingredientes IOI Loders Croklaan y Kerry Group se han asociado con Wild Asia y Fortuna Palm Oil Mill en Sabah para implementar un programa de apoyo a pequeños productores de aceite de palma por tres años.

El esquema apunta apoyar la inclusión de estas personas en la cadena, aumentar la productividad y fomentar la implementación de prácticas agrícolas sostenibles.

"Como comprador de aceite de palma tenemos una interacción limitada con molinos o cultivadores de palmas, por lo que nos apoyamos en nuestros socios de suministro para que nos ayuden a alcanzar nuestros compromisos de abastecimiento. Esta alianza nos da una influencia más directa en las prácticas a nivel de molino y granja en el área del proyecto. Junto con requisitos más amplios sobre el aceite de palma, el programa apunta a entregar un impacto positivo en las comunidades y trabajadores dentro de la cadena de suministro", detalló Maarten Butselaar, Manager de Abastecimiento Responsable en Kerry Group.

Así se acerca el final de un febrero cargado de anuncios en la materia que inició con Nestlé que eliminará gradualmente la compra de aceite de palma de su proveedora de Guatemala, REPSA, por denuncias de corrupción y ecocidio.

La decisión sigue el ejemplo de otras compañías, como Cargill y Wilmar International, que suspendieron sus relaciones comerciales con REPSA, que fue condenada por corrupción en un caso de alto perfil.

“La decisión de Nestlé de cortar los lazos con REPSA es un paso en la dirección correcta y una victoria para todos los activistas que han luchado durante años para sacar a relucir las acciones de REPSA. Sin embargo, es frustrante que solo ante cargos de corrupción Nestlé rompiera su relación con REPSA, a pesar del amplio conocimiento público de las acciones de REPSA y la atmósfera de violencia e impunidad que impregna la región”, resaltó Jeff Conant, Director del Programa de Bosques de la ONG Amigos de la Tierra, institución que llevó adelante una campaña de dos años contra el accionar de REPSA.

Presión con efecto
Ahora, la ONG pide que nombres que incluyen a Colgate-Palmolive, Grupo Bimbo, The Hershey Company, Kellogg Company, Mars, Mondelēz, PepsiCo, Procter & Gamble y Unilever, dejen de comprar a este proveedor y a su conglomerado matriz, Grupo Olmeca.

En una nota similar, Pepsi-Co suspendió el mes pasado las compras de su proveedor Indofood Agri Resources por reclamos de abusos laborales en sus plantaciones de Indonesia. La compañía hacía tiempo venía sufriendo presiones de diversas ONGs como la Rainforest Action Network (RAN) para que reviera este vínculo comercial.

La RAN también tuvo un rol protagónico el año pasado cuando acusó a Nestlé, Mars y Hershey, de incumplir sus promesas de abastecimiento de aceite de palma de fuentes sostenibles y libres de conflicto en las selvas deforestadas de Indonesia.

"Durante muchos años, Nestlé, Mars y Hershey han diseñado y establecido sus objetivos [de aceite de palma] y luego movían los límites y cambiaban los compromisos cuando no los lograban alcanzar. Simplemente no hay más margen de error para evitar la extinción de tigres, orangutanes y elefantes", disparó Laurel Sutherlin, Vocera de RAN.

"Consideramos que las marcas han engañado a los consumidores al afirmar continuamente que están abordando la deforestación cuando no han ejecutado las acciones necesarias para lograr una moratoria en las líneas fronterizas forestales de sus cadenas de suministro mundiales", sentenció Gemma Tillack, Directora de Campaña de RAN.

Y es que a la hora de concientizar en la problemática, el tercer sector ha desempeñado un papel muy importante. Durante la última década, grupos activistas de consumidores presionaron a grandes compradores de aceite de palma como PepsiCo, Unilever y Nestlé con boicots en los supermercados y otras protestas con el foco puesto en los vínculos percibidos entre el aceite de palma con la deforestación y los abusos contra los derechos humanos.

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