Las idas y vueltas de los estados en la COP21


A pocos días de dar por terminada la Cumbre de París, se sigue trabajando para llegar a un acuerdo. La creación de iniciativas de lo más diversas no han sido suficientes frente a la cantidad de obstáculos que siguen surgiendo. El papel de la Argentina, entre los criticados.

En la recta final de la 21ª Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP), la mirada se centra en las negociaciones que están llevando a cabo los ministros para tratar de convertir el borrador de 48 hojas que se presentó el sábado pasado en un acuerdo que cumpla con los requisitos básicos.

Entre otras cuestiones, el texto que recibieron los funcionarios debe decidir si los países desarrollados son los únicos responsables de la actual situación de urgencia climática, o si eso cambió con la aparición de nuevas potencias como China o Brasil.

Tras el mensaje positivo, alentador y hasta predecible de los 150 jefes de Estado de todo el mundo durante la apertura del lunes anterior, que calificaron de pertinente y necesario llegar a un pacto global por el clima, el paso de los días llevó a que las divergencias volvieran a acentuarse.

Quién paga y cómo
En el controvertido tema central de las ayudas financieras para los países en desarrollo, hubo avances en pequeños puntos, pero en las grandes temáticas, como por ejemplo quién paga, aún no hay claridad. Los países en desarrollo volvieron a la carga el jueves para pedir financiamiento y tecnología para enfrentarse al desafío. En particular los más afectados por el impacto del calentamiento del planeta, quieren que los ricos asuman su responsabilidad histórica. Para actores como Venezuela, Bolivia y Nicaragua, es clara la necesidad de una diferenciación y que los desarrollados se comprometan con el fondo de US$100.000 millones anuales.

Lo que es más, a través de una declaración común, las delegaciones de China, India, Brasil y Sudáfrica solicitaron a los avanzados que incrementen su respaldo de modo progresivo y sustancial más allá de la multimillonaria cifra. Por su parte, los desarrollados insisten en que algunos como los dos gigantes asiáticos pueden aportar sus propios recursos o reclaman que posteriormente también los acaudalados estados petroleros provean fondos a las naciones más pobres.

“Las finanzas harán triunfar o naufragar este acuerdo”, advirtió Nozipho Mxakato-Diseko, Embajadora Sudafricana y Representante del G77, grupo de 134 países en vías de desarrollo.

¿Voluntario, obligatorio, extenso, de responsabilidades mínimas?
En lo que hace al carácter del texto, India bloqueó las negociaciones el miércoles pasado al considerar que las contribuciones deben ser voluntarias para los países en desarrollo, a la vez que en la orilla opuesta, China, la Unión Europea y Estados Unidos pedían que sea vinculante legalmente. Sin embargo, lo que busca la potencia americana es que haya metas periódicas de reducción cada cinco años y no que la propuesta que cada uno hizo antes de la COP se vuelva obligatoria.

A este debate se sumaron otros países que tradicionalmente se han inclinado por uno de mínimos, como los de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), Malasia o Rusia. Mientras tanto, la Unión Europea (UE) y 79 naciones de África, el Caribe y el Pacífico (ACP) reclaman uno ambicioso y vinculante, que también contenga una meta clara a largo plazo para la protección del clima.

También partidarios de un acuerdo mayor y obligatorio, desde Foro del Clima Vulnerable (FCV), los líderes de 30 países también pidieron que el documento apueste por las renovables y se alcancen las cero emisiones al 2050, y que contenga puntos claros sobre adaptación, daños y pérdidas, financiamiento y objetivos a largo plazo.

“Los recortes de emisiones que perjudican el crecimiento económico es un mito. Un compromiso para reducir las emisiones nos llevará a fortalecer el crecimiento económico, es necesario mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados”, sostuvo el ministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica, Manuel González. Fundado en 2009, FCV es un cuerpo de países altamente vulnerables al cambio climático, entre los que se encuentran Costa Rica, Samoa, Etiopía, Filipinas, Líbano y Bangladesh.

Pero para otros este plazo resulta improbable.”Los estados más vulnerables pelearon para que la fecha de la descarbonización fuera 2050, pero todos reconocemos que es imposible que suceda en tan corto plazo”, expresó Franz Josef Schaffhausen, Director General de Medio Ambiente de Alemania y participante del recientemente creado grupo "Amigos del Futuro".

Presentada en el marco de la COP21 esta nueva coalición impulsada por el ex vicepresidente estadounidense Al Gore y la ex presidenta de Irlanda Mary Robinson también busca introducir un mayor alcance, como un aumento de temperaturas no más allá de los 1,5 grados. Hasta la fecha es conformada por 16 países: EE.UU., Brasil, Chile, Bangladesh, el Reino Unido, Islas Marshall, Holanda, Granada, Trinidad y Tobago, México, Suecia, Costa Rica, Canadá, Filipinas, Alemania y Noruega.

Las contribuciones climáticas de los países alcanzan a 184 y representan más del 95% de las emisiones. Solo hay 11 países que no han presentado sus compromisos y las razones son múltiples. Algunos, como Siria y Libia, se encuentran en guerra; otros, como Nepal, se están recuperando de desastres naturales; y unos cuantos como la hermética Corea del Norte y algunos países latinoamericanos con gobiernos socialistas como Venezuela y Nicaragua afirman que limpiar la contaminación de dióxido de carbono es tarea de Occidente.

En medio de este contexto, para muchos lograr un pacto flexible y dinámico permitirá iniciar antes el contrato fijado para enero de 2021, dejando abiertos puntos críticos a los que se podrían hacer cambios sin tener que redactar un nuevo tratado. El borrador entregado contaba con 48 páginas y muchas opciones abiertas, para que fueron los ministros quienes lo finalicen antes del 11 de diciembre.

Sacrificar en pos de acordar
Pero en estos días, la comunidad internacional se sorprendió tras la posibilidad que barajan los negociadores políticos de eliminar del documento elementos críticos como la desaparición de los combustibles fósiles a cambio de firmar un objetivo común de calentamiento máximo de la Tierra. Así , se han suprimido la mayoría de huecos en blanco con opciones que contenía el texto escrito el sábado pasado.

Arabia Saudita ha estado al frente del grupo de países petrolíferos como Venezuela, pero también Polonia por la parte de los productores de carbón o Argentina como nueva potencia de la extracción de gas y petróleo mediante el fracking. En las 48 horas de reuniones de este lunes y martes, estos países con grandes industrias fósiles han ofrecido firmar un acuerdo que incluya un horizonte a largo plazo del tope en 1,5 grados.

"Parece que el acuerdo está encaminándose al límite del grado y medio de temperatura, en vez de los 2ºC. Sin embargo, parece que ese objetivo se reflejará en el texto a cambio de renunciar a los mecanismos necesarios para contener el calentamiento, como la descarbonización. El 1,5ºC sin las herramientas oportunas para que la temperatura se mantenga por debajo resulta una declaración de intenciones sin compromiso", alertó Alejandro González, Coordinador de la Organización Amigos de la Tierra.

El controvertido rol de Arabia Saudita ha dado mucho de qué hablar durante las negociaciones y fue señalada por diversas fuentes como el responsable que, junto a Venezuela y Bolivia, más está complicando la posibilidad de un acuerdo ambicioso. De hecho, el estado árabe fue elegido el viernes pasado como el “fósil del día”, un premio irónico que entrega la ONG Climate Action Network al país más obstruccionista de las charlas.

Argentina, rezagada
Y con una línea diplomática muy pegada a la de este, el papel de la Argentina en la cumbre deja, para algunos, mucho que desear. De hecho, la comunidad global de Avaaz puso en marcha una acción de protesta que tiene como destinatarios a estos dos. “Argentina es parte del G20 y tiene una responsabilidad. Basta de poner excusas. Por eso, decimos ‘hay que crecer, hay que ponerse los pantalones’”, asestó Oscar Soria, Representante de la ONG Avaaz.

Tal parece que lejos quedaron los tiempos en que nuestra nación lideraba las negociaciones sobre el cambio climático a nivel mundial, como las que vinieron de la mano del diplomático retirado Raúl Estrada-Oyuela, artífice del Protocolo de Kioto."El potencial de América Latina es tal que puede hacer que el sur sea el norte de la discusión. Es una región con problemas, pero está avanzando en una dirección limpia y se está viviendo una primavera de las energías renovables. Los únicos rezagados son la Argentina y Venezuela”, expresó Soria.

Es así, que nuestra delegación hasta el momento se niega a tener una matriz energética limpia y libre de combustibles fósiles, a aportar financiamiento y a las revisiones y verificaciones de progresos para cumplir con sus metas nacionales climáticas.

Las expectativas por ver cómo seguirá actuando el capítulo argentino ahora están puestas tras la llegada de este martes del diputado nacional Juan Carlos Villalonga, el enviado del presidente electo, Mauricio Macri. "El límite de 1,5°C debe aparecer mencionado. El escenario de 2°C no es seguro. Y sería deseable que el acuerdo mantenga la ambición de neutralidad de carbono antes de que termine el siglo. Cómo se logra es otra discusión", expresó Villalonga.

Avances en forma de alianzas
Más allá de todos estos desafíos, la COP21 se ha presentado fructífera en términos de alianzas e iniciativas. Uno de los temas con mayor impulso fue el de los bosques como pulmones verdes del planeta. Así, Alemania, Noruega y el Reino Unido destinarán 5.000 millones de dólares entre 2015 y 2020 para reducir la deforestación.

La cuestión ha sido una de las más importantes en nuestra región y durante las charlas se revisaron algunas de las contribuciones nacionales referidas al respecto, como las de Brasil, Paraguay y Colombia. El vecino paraguayo se encuentra en el proceso de recuperación y protección de un millón de hectáreas de bosques al año 2030, lo que se traduce en una potencial reducción de 200 millones de toneladas de CO2. Guatemala, por su parte, se comprometió a restaurar 140 millones de hectáreas de bosques con una inversión de entre 80 y 100 millones por año; mientras que Perú ha incluido la protección de 130 millones de hectáreas de selva amazónica como parte de su política nacional de conservación.

En contraposición, víctima de un silencio en la agenda ha sido el agua. Resulta sorprendente el poco espacio que se le ha dado en la cumbre si se considera que el 80% de las contribuciones nacionales en la lucha contra el calentamiento aportadas están vinculadas y que el 90% de las catástrofes naturales están relacionadas con ella. "Si no actuamos rápido, en 2080 entre el 43% y el 50 % de la población no dispondrá de agua potable", expresó Ségolène Royal, Ministra Francesa de Ecologí.

La funcionaria resaltó que pese al poco espacio dedicado, se ha logrado un acuerdo, en el que participan más de 300 actores, de los cuales 87 son países, para la protección de este recurso. El mismo cuenta con la colaboración del Banco Mundial, que aportará US$ 500 millones a la India, US$ 3.100 millones a un programa de diez años para proteger la cuenca del río Niger y US$ 150 millones a Marruecos para mejorar sus técnicas de riego.

Entre estas iniciativas, las energías limpias no podían faltar. A través de "Misión Innovación", 20 países entre los que se encuentra México, se comprometieron a duplicar los recursos destinados a la investigación y el desarrollo sobre renovables en los próximos cinco años.

Por su parte, Narendra Modi, el primer ministro indio, junto al presidente Francois Hollande, lanzaron una iniciativa sobre la energía solar que agrupa alrededor de 120 países. Y el presidente francés también anunció el plan de su país de invertir varios miles de millones de euros en el fomento a las energías renovables en África para los próximos cinco años.

Los jefes de estado de Francia, Alemania, Chile, México, Etiopía y Canadá y el Banco Mundial propusieron la creación de un mecanismo que cobre por la contaminación industrial. El objetivo es poner un precio a las emisiones de dióxido de carbono. “Debemos de poner un precio al carbono porque la energía sucia y barata no es barata para el planeta”, señaló al respecto Michelle Bachelet.

Tampoco dejó de estar presente la desinversión fósil no dejó de estar presente, de la mano de un grupo de 40 países, entre los que se cuentan Alemania, Chile, Estados Unidos, Francia, México, Perú, Estados Unidos y Uruguay. Los miembros reclamaron la reducción de US$ 500.000 millones en lo que los gobiernos destinan anualmente como subsidios a los combustibles fósiles.

Crédito fotos: Naciones Unidas

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