Tras años de progreso moderado, se desaceleró la transición hacia una economía baja en carbono


Según el avance del “Low Carbon Economic Index 2019” de PwC, a pesar de los aumentos significativos hechos en renovables, la brecha entre el objetivo del Acuerdo de París y el ritmo de reducción de emisiones sigue creciendo.

Más allá de haber cobrado relevancia en el último tiempo, la urgencia climática no logra instalarse en las agendas que importan. En 2018, se registró un 2% de aumento en las emisiones globales y la tasa de decarbonización cayó del 2,6% en 2017 al 1,6%. En paralelo, los combustibles fósiles representaron más de dos tercios del aumento de la demanda energética mundial.

Así, después de cuatro años de progreso moderado, el año pasado se ha desacelerado el ritmo de transición hacia una economía baja en carbono. Las cifras y las conclusiones se desprenden del avance del informe “Low Carbon Economic Index 2019” que PwC publicará en diciembre de este 2019, en la Conferencia de las Partes N° 25 (COP25).

“La firma del Acuerdo de París en diciembre de 2015 y la velocidad a la que fue ratificado, muestran un cambio radical en la forma en que los gobiernos buscan abordar el cambio climático. Aun así, crecen los desafíos de esta transición hacia una economía baja en carbono, y son necesarias medidas urgentes para limitar la intensidad de las emisiones a nivel global”, destacó Diego López, socio de PwC Argentina.

“La firma del Acuerdo de París en diciembre de 2015 y la velocidad a la que fue ratificado, muestran un cambio radical en la forma en que los gobiernos buscan abordar el cambio climático. Aun así, crecen los desafíos de esta transición hacia una economía baja en carbono, y son necesarias medidas urgentes para limitar la intensidad de las emisiones a nivel global”, destacó Diego López, socio de PwC Argentina.

El estudio advierte que la tasa de descarbonización del 1,6% nos posiciona muy lejos de la necesaria para mantener el objetivo primario del Acuerdo de no superar los 2°C respecto de los niveles pre-industriales, estimada en un lejano 7,5% anual. Incluso cuando más de 190 gobiernos se comprometieron con el Pacto por el Clima, en 2018 la intensidad de las emisiones mundiales cayó un 1,6%, representando menos de la mitad de observada en 2015 (del 3,3%).

El desempeño del G20

El “Low Carbon Economic Index 2019” de PwC, analiza la transición de las economías del G20 hacia el escenario de reducción de emisiones, comparando los resultados de su desempeño con los objetivos nacionales (NDC) para cada país participante.

Entre los casos más destacables, en 2018, Alemania lideró el índice con una tasa de decarbonización del 6,5%, gracias a la reducción de sus consumos de carbón, petróleo y gas natural, y el aumento de la energía solar y eólica en un 8,7%.

Por segundo año consecutivo dentro del “Top 5” del Low Carbon Economy Index, en 2018 México ha mejorado su rendimiento reduciendo un -0,2% más que el anterior. Cerraron el podio Francia, Italia y Arabia Saudita, con una reducción de la intensidad de aproximadamente el 4% en el año.

En términos regionales, la decarbonización en la Unión Europea fue impulsada principalmente por el cambio de carbón a gas, en especial en Alemania y Francia. El precio del carbono en este bloque tuvo un importante aumento, pasando de menos de € 8 a principios de 2018 a unos € 25 hacia fin de ese año. Esto obligó a los generadores a administrar sus carteras de manera más eficiente, alentando a la reducción de generación energética a base de carbón.

¿Y qué hay de Argentina? Si bien nuestro país logró reducir su intensidad de carbono, lo hizo muy por debajo del 4,9% de disminución que obtuvo como resultado de su desempeño en 2017. Además, en 2018 se encontró lejos de cumplir con su NDC (redujo 0,1% frente al objetivo del 1,6% anual). De esta forma, pasó de estar en el podio de los mejores cinco del G20 en 2017 a ser uno de los últimos en relación a su desempeño en este caso.

A este ritmo, los países ni siquiera lograrán sus propios objetivos nacionales de reducción (NDC). Conscientes de esto, varias naciones revisaron sus metas en 2019, aumentando sus ambiciones. Reino Unido, por ejemplo, se comprometió a lograr cero emisiones netas para 2050, mientras que la Unión Europea, por su parte, da señales de intenciones similares. Aun así, la oportunidad de cumplir con los objetivos del Acuerdo continúa alejándose.

Es que el año pasado, el PBI mundial creció un 3,7%, impulsado por las economías emergentes. De este modo, resurgió el crecimiento de industrias que demandan un intensivo consumo energético, como la construcción y el acero, y principalmente en economías de rápida industrialización, con un crecimiento superior al 5% en China, India e Indonesia.

Y aunque la economía global se está volviendo más eficiente en términos de energía, el consumo de energético aumentó un 2,9% en 2018. Los expertos apuntan que el calor extremo y las olas de frío que tuvieron lugar en el mundo empujaron a una mayor demanda de gas y electricidad para calefacción y refrigeración, que constituye una clara advertencia de los efectos potenciales asociados al cambio climático.

Las renovables crecieron a la tasa más alta desde 2010, pero siguen representando menos del 12% de la grilla total. La mayor parte del crecimiento de la demanda fue satisfecha por los combustibles fósiles. Esto contribuyó a la suba global del 2%, el más rápido en emisiones desde 2011.

Por su parte, las renovables crecieron a la tasa más alta desde 2010 (en un 7,2%), pero siguen representando menos del 12% de la grilla total. Es así como la mayor parte del crecimiento de la demanda energética fue satisfecha por los combustibles fósiles. Esto contribuyó a la suba global del 2%, el más rápido en emisiones desde 2011.

En concreto, el carbón, el gas natural y el petróleo, representaron más de dos tercios del aumento de la demanda. Y si bien el consumo de carbón sigue siendo más bajo que su pico de 2013, creció por segundo año consecutivo. India registró el alza más significativo en consumo, pasando a un 8.7% durante 2018, equivalente al consumo de carbón de toda América Central y del Sur.

El consumo global de gas natural también se fue para arriba, en un 5,3%, con lo que constituye una parte cada vez mayor del mix mundial. Desde PwC opinan que la falta de ambición y de políticas coordinadas en el ámbito del cambio climático están haciendo que la economía se convierta en el factor determinante. En Estados Unidos, por ejemplo, el “shale gas” es la fuente más barata, y algo parecido sucede con el carbón en India y en Indonesia.

“El cambio climático es un riesgo emergente que tiene implicancias a corto, mediano y largo plazo para las organizaciones y debe estar en el radar de los líderes. A medida que se intensifiquen las políticas nacionales para acelerar la transición hacia una economía baja en carbono, las empresas y sus líderes se encontrarán en el centro de este cambio”, expresó López.

En cuanto a las perspectivas a futuro, se espera que 2019 y 2020 sean años de mayor ambición climática. En este sentido, lugares como Reino Unido, Francia, Canadá, Argentina e Irlanda (y otras esferas sub-nacionales) declararon la "emergencia climática" en sus respectivas jurisdicciones, con perspectivas de profundización en sus respuestas frente al cambio climático.

La ONU también buscó movilizar en este sentido a los líderes mundiales durante la cumbre a cabo en Nueva York en septiembre de este año y se espera que muchas economías importantes publiquen sus planes para mejorar los objetivos internos hacia 2020. “El cambio climático es un riesgo emergente que tiene implicancias a corto, mediano y largo plazo para las organizaciones y debe estar en el radar de los líderes. A medida que se intensifiquen las políticas nacionales para acelerar la transición hacia una economía baja en carbono, las empresas y sus líderes se encontrarán en el centro de este cambio”, expresó López.

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