Las empresas argentinas, entre el desconocimiento y la inacción contra la corrupción


Así se desprende del primer estudio latinoamericano “Estado de las prácticas empresariales contra el soborno”, realizado por once universidades de la región, incluidas la Universidad de Belgrano y la Universidad Nacional de Villa María, por Argentina.

La corrupción constituye uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico, social y político de los países. Se ha convertido en una de las mayores preocupaciones a nivel global por parte de los ciudadanos, a medida que los escándalos de este tipo entre los sectores públicos y privados se suceden.

Junto a la Universidad de Belgrano y la Universidad Nacional de Villa María, participaron del estudio el Tecnológico de Monterrey, el Centro de Estudios Universitarios 16 de Septiembre y las universidades Autónoma de Chihuahua y CETYS de México, Andrés Bello de Chile, del Pacífico de Perú, del Valle de Guatemala y Externado de Colombia, la escuela de negocios ESPOL de Ecuador, las iniciativas de la ONU Pacto Global y Principios para una Educación Responsable en Gestión, y el Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación.

Conscientes de esta realidad, once universidades latinoamericanas centraron su atención en las empresas y su corresponsabilidad en la lucha contra el soborno y la corrupción. El primer estudio “Estado de las prácticas empresariales contra el soborno” analiza los esfuerzos que se vienen realizando por parte del sector productico, país por país.

En el caso de Argentina, participaron la Universidad de Belgrano y la Universidad Nacional de Villa María, desde las que se consultaron a directivos de 382 empresas radicadas en la ciudad de Buenos Aires y en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos. Así, se presentaron los resultados considerando las variables más relevantes acerca de tres dimensiones:

  • Los conocimientos de las empresas sobre la legislación nacional e iniciativas internacionales para combatir la corrupción y el soborno.
  • Los esfuerzos realizados para prevenir el soborno frente a aspectos tales como las diferentes modalidades, los procesos que se realizan internamente y las relaciones con los diferentes grupos de interés.
  • La percepción sobre los hábitos o comportamientos del entorno económico y sobre sus propias motivaciones para realizar acciones al respecto.

Los resultados locales, lejos de la media regional
¿Y cuáles fueron los principales resultados en Argentina? El 69% de los empresarios encuestados no conoce ninguno de los mecanismos voluntarios vigentes para combatir la corrupción y un alarmante 80% desconoce las iniciativas voluntarias para combatir específicamente el soborno. "Las empresas argentinas combaten la corrupción en mayor medida por coerción y no por libre albedrio", expresó Griselda Lassaga, Directora Académica del programa de Doble Diploma de la Escuela de Posgrado en Negocios de la Universidad de Belgrano y co-Autora del informe.

"Las empresas argentinas combaten la corrupción en mayor medida por coerción y no por libre albedrio", expresó Griselda Lassaga, Directora Académica del programa de Doble Diploma de la Escuela de Posgrado en Negocios de la Universidad de Belgrano y co-Autora del informe.

Este desconocimiento es superior al del resto de la región: ronda el 49% en el caso de los mecanismos (en Chile, el de mejor registro, es de 40%) y el 63% para las iniciativas. Algo similar sucede a la hora de hablar de prácticas efectivas: solo el 32% de los encuestados argentinos manifiesta contar con un código de ética o conducta, mientras que el promedio de la región es de 59% y en Perú llega al 75%. En el mismo sentido, el 43% no realiza ninguna iniciativa para prevenir el ofrecimiento o la recepción de sobornos en sus actividades comerciales (contra un 20% a nivel regional).

En paralelo, cerca del 70% ni siquiera evalúa los riesgos potenciales de soborno en el ejercicio de sus operaciones de gestión, versus un 46% en la región que tampoco lo hace. Por si fuera poco, el 51% no tiene establecido ningún tipo de sanción para los directivos o empleados que pudieran incurrir en esta clase de prácticas adversas para sus propias organizaciones (frente a un 37% a nivel regional).

Las mayores lagunas, donde más hace falta
Claro que no todo es inacción, pero en general se flaquea en las prácticas que requieren mayor compromiso: alrededor del 80% realiza alguna acción para prevenir el soborno en el cierre de contratos; alrededor del 70% dice hacer explícita su postura de rechazo del soborno tanto a sus empleados como a terceros; el 61% de la muestra tiene mecanismos anti-soborno en el área de recursos humanos; pero solamente el 26% manifestó contar con canales formales para denunciar este tipo de actividades.

De igual modo, al preguntarles por los esfuerzos para prevenir el soborno en sus relaciones con terceros, más de las tres cuartas partes de los encuestados (80%) mencionó que su empresa no cuenta con alianzas estratégicas o socios. En base a esto, desde el informe sugieren que en Argentina los esfuerzos para combatir la corrupción y el soborno son tanto aislados como desarticulados y es necesario formar alianzas para fortalecer las iniciativas que ya se llevan a cabo.

Pero esto no quiere decir que ignoren la problemática: el 63% de los referentes locales considera que en el sector de negocios al que pertenece se ofrecen sobornos. De los 21 sectores económicos representados en la investigación, la Construcción (23%) y la Administración pública y defensa; planes de seguridad social de afiliación obligatoria (22%). En las modalidades más utilizadas para sobornar, el 63% considera que las contribuciones políticas son el medio más utilizado, seguido de pagos para agilizar o facilitar trámites (54%) y las actividades comerciales y de cierre de negocios (30%).

Y en lo que respecta a los actores con influencia en el gobierno, los participantes percibieron a los grupos económicos, las compañías multinacionales y los gremios empresariales y los sindicatos como los que mayor nivel de influencia poseían. Finalmente, al preguntarles por las motivaciones para la implementación de prácticas que contribuyan a prevenir el soborno, los participantes argentinos consideraron al mantenimiento de la reputación (38%), el sentido ético en la sostenibilidad de los negocios (25%) y la construcción de relaciones de negocio a largo plazo (23%) como las principales motivaciones.

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